El Cadejo
El Cadejo
A altas horas de la noche, cuado los hombres van de regreso a sus viviendas, despues de visitar a sus mujeres, un perro grande y fuerte, de color blanco, sigue a aquellos a poca distancia, custodiándolos, hasta dejarlos en sus casas.
Este perrote es el Cadejo, el amigo del hombre trasnochador; quien se siente protegido cuando se da cuenta que es acompañado por dicho animal. Todos los peligros desaparecen: el perro blanco lucha y vence siempre defendiendo al hombre.
Hay otro perro que deambula por las noches. Es grande y negro, con un collar blanco en la propia piel. Este es el Cadejo Malo. Es enemigo del trasnochador.
Apenas encuentra a este en su camino, se le abalanza, lo derriba, lo golpea, y lo deja maltrecho y sin sentido; pero no lo muerde. El tunante, así agredido queda como insulso y dundo, tartamudo y se muere pronto. De este dicen que “lo jugó el Cadejo”.
También el Cadejo Bueno procede así con los tunantes si estos no quieren dejarse acompañar y le gritan y lo corren y le tiran piedras. Si el Cadejo Blanco va acompañando a un hombre y encuentra al Cadejo Negro, se traba entre ambos una sangrienta y encarnizada lucha, hasta que cae vencido el Cadejo Negro.
Los ojos de los Cadejos brillan muchísimo. “Parecen candelas”, según el decir de los indios de Monimbó. El Cadejo no se cansa de caminar. Camina toda la noche hasta el amanecer momento en que desaparece.
Tomado de “ El cadejo”, De Enrique Peña Hernández: Folfkore de Nicaragua. Editorial Unión, Masaya, 1968.