1870 – LA INFANCIA

La infancia de Darío transcurre en León, ciudad llena de cúpulas, calles empedradas, casas fortalezas y leyendas de “aparecidos”, caballos desbocados, ‘curas sin cabeza’, todo un ambiente colonial que inculca en su ánimo terror y religiosidad. “La casabera para mí temerosa por las noches. Anidaban las lechuzas en los aleros. Me contaban cuentos de ánimas en pena y aparecidos los dos únicos sirvientes: la Serapia y el indio Goyo. Vivía aún la madre de mi tía abuela, una anciana, toda blanca por los años y atacada de un temblor continuo. Ella también se infundía miedo”. (Autobiografía). Según el mismo Darío ya a los tres años sabía leer.

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